martes, 20 de septiembre de 2011

EL SÍNDROME DE LAS FRONTERAS.

¿Síndromes?
Los hay varios.
Y cada vez más, las nuevas condiciones humanas generan diferentes tipos de cuadros clínicos y conjunto sintomático con significados y signos característicos, que definen alguna dolencia con fenotipos similares para los que tiene el mismo síndrome. Y por esto, el conjunto de fenómenos sociales también da vida a un síndrome muy característico de los inmigrantes: el Síndrome de las Fronteras derivado del Síndrome de Ulises.

Inmigrar no es fácil.

Esto lo sabe todo el mundo. El hecho de cambiar de país, de vivir una nueva realidad y las dificultades de integración social generan en los inmigrantes, un cuadro clínico llamado “Síndrome de Ulises” o el Síndrome del Inmigrante con estrés crónico y múltiple. El Síndrome de Ulises es un síndrome psicológico debido a los diferentes problemas, contratiempos o trabas sustanciales a los que hacen frente los que cambian de país. Quién no recuerda los periplos de Ulises, lejos de Ítaca, de Penélope y de los suyos cuando erraba en alta mar, bajo la ira de Poseidón. Lo canta Homero en su “Odisea”. Ulises perdido durante decenios y deseando regresar a su Ítaca natal…

E igual que Ulises, los inmigrantes yerran, perdidos en el mar social e hacen frentes a realidades circunstanciales que les someten a una situación de estrés crónico. Un estrés et un agobio agotador liado a la sensación de fallida y de fracaso por la incapacidad de muchos, de acceder al mercado laboral o a una buena adaptación social. También se debe a la sensación de lucha eterna para sobrevivir en un sistema extranjero, el miedo de no tener los papeles en regla, y la sensación de soledad por no tener a nadie. Una sensación de malestar añadido al síndrome de desposesión por el haber renunciado a todo en su país de origen y para volver a construir una vida desde cero en su país de residencia. Una prolongada sensación de desequilibrio del inmigrante por perder lo que le es más valioso; Su tierra, su gente, su familia. Separación, ruptura con lo que es suyo para darse cuenta de que no cumple los requisitos para entrar en el sistema de su país de acogida. La amarga sensación del inexorable momento en el que se da cuenta de que ha escogido mal.

Síndrome de Ulises…
Sin embargo, nadie habla del síndrome de las fronteras.

El Síndrome de las Fronteras esta originado por el síndrome de Ulises. Cuando el inmigrante se ha adaptado, cuando ya está sumergido de pleno en todos sus miedos, fobias y crudas realidades, le aparece el síndrome de las fronteras. Un miedo sordo a cruzar una frontera y salir del país por el miedo de no poder volver. El que ha cambiado de país, recuerda todo lo que le ha costado construirse una nueva vida; La lenta y larga burocracia en la elaboración de los papeles de rigor, acreditación de residencia y permisos de trabajo; Los duros proceso de integración, las largas demandas de documentos para elaborar otros documentos que darán vida a otros documentos; La lista de convalidaciones, impresos, certificaciones, visados, modelos de solicitudes à rellenar, a pagar y a presentar. Pasaporte, consulados, colas de inmigración, números de identificación, leyes de extranjería, impresos, legalizaciones, traducciones juradas…

Todo esto genera un miedo irracional al cruzar una frontera por el miedo de no poder volver a entrar en el país de residencia. El momento de control en las fronteras, a la vuelta de vacaciones, para muchos inmigrantes, es apocalíptico. Sudores, palpitaciones, ansiedad, angustia e inquietud. Nudo en la garganta, irritabilidad e alarma cuando te piden un simple documento. Preocupación excesiva y pensamientos catastróficos y nerviosismo al extremo. Se caen las maletas, se extravían documentos que hace un instante estaban allí. Risa nerviosa, presión sanguínea alta y malestar estomacal. Una espera cardíaca antes de que el agente de aduana entregue los documentos y diga “Gracias”.

Muchos en la cola de retorno de las vacaciones, tienen miedo aunque sus papeles estén correctamente en regla. Una aceleración del ritmo cardiaco por el miedo de no poder volver a entrar en su nuevo país.

Sudor, cansancio y miedo, miedo sordo de volver a perderlo todo. Miedo a tener que volver a empezar, sabiendo lo duro que fue. Miedo a salir de aquel país de residencia en el que tanto te costó hacerte un hueco. Miedo por tanto control y tanta dureza en las leyes de inmigración.

Miedo a no poder volver atrás… Síndrome de las Fronteras.


http://yaivi.blogspot.com/