martes, 22 de noviembre de 2011

¿CÓMO ESCRIBIR SOBRE ÁFRICA?


Me estoy leyendo “El antropólogo inocente: Notas desde una choza de barro” de Nigel Barley.
Me animé a leerlo porqué oí que tenía varias críticas buenísimas a lo largo de estos años desde su publicación en 1989. Pero rápidamente, después de unas cuantas páginas, me dí cuenta de que no era lo mismo un blanco leyéndolo a Nigel Barley, que no deja de ser una análisis graciosa de negros viviendo en tribus, que un negro leyendo a Nigel Barley que es una burla o una caricaturesca visión de un blanco sobre la vida de los negros.
Y me acordé de Binyavanga Wainaina, un escritor Keniata, autor del libro « How to write about África? » en el que hace una crítica irónica y directa sobre la imagen que los medios occidentales dan del continente negro.

¿Cómo escribir sobre África? Aquí van algunas pistas…

Utiliza siempre la palabra “África” o “oscuridad” o “Safari” para tu título. […] Nunca pongas la imagen de un africano de clase media en la portada de tu libro, ni dentro, a no ser que haya ganado un premio Nobel. Un AK-47. Costillas prominentes, pechos desnudos… Esto es lo que hay que poner. Si tienes que incluir a un africano, asegúrate de que consigues a uno vestido con ropas zulúes o masais.

En tu texto, habla de África como si fuera un solo país. Hace calor y es polvoriento, lleno de praderas onduladas y enormes manadas de animales junto a gentes altas, delgadas, famélicas. También puede ser caluroso y húmedo, con gente muy pequeña que come primates. No te enredes con detalles y descripciones precisas. África es grande: 54 países y 900 millones de personas que están demasiado ocupadas pasando hambre, muriendo, guerreando y emigrando para leer tu libro. (...)

El continente es lleno de desiertos, de junglas, de regiones montañosas, de sabanas y de muchas otras cosas, pero el lector no presta atención a todo esto, así que guárdate de descripciones románticas…. Asegúrate de que muestras cómo los africanos tienen la música y el ritmo profundamente arraigados en sus almas y como comen cosas que ningún otro humano come. No menciones el arroz, la ternera o el trigo; Mejor, habla del cerebro de mono que es el preferido en la cocina africana, junto a la cabra, la serpiente, los gusanos, las larvas y todo tipo de carne de caza. En tu texto, muestra cómo fuiste capaz de comer dicha carne sin estremecerte y, por supuesto, describe cómo aprendiste a apreciarlo, porque África te importa.

Temas tabú: escenas ordinarias de la vida cotidiana, amor entre africanos, referencia a escritores africanos o intelectuales, o niños que van al colegio y no sufren virus ni Ébola ni mutilación genital femenina. (...) En todo el libro, adopta une voz dulce, en complicidad con el lector y un tono triste. Desde el principio, haz que se vea tu liberalismo impecable y habla de cuanto amas a África y como te enamoraste de este lugar y que… África es el único continente que puedes amar. […]

Sea cual sea el ángulo que tomes, estate seguro de dejar la impresión de que sin tu intervención y tu importante libro, que África está destinada al fracaso.

Tus personajes africanos pueden ser guerreros desnudos o fieles servidores o adivinos… o políticos corruptos, polígamos ineptos. Guías de viaje o prostitutas que se han acostado contigo. El servidor fiel, se comporta siempre como un niño de siete años y necesita una mano firme. Tiene miedo a los serpientes, es bueno con los niños y siempre te implica en dramas domésticos complejos. […]

Entre los personajes no puede faltar la África Hambrienta, que vaga por el campo de refugiados prácticamente desnuda y espera la benevolencia de Occidente. Sus hijos tienen moscas alrededor de los ojos y tripas hinchadas. Sus pechos están planos y vacíos. Debe aparecer como una mujer completamente indefensa. No debe tener ni pasado ni historia. Estas pequeñas diversiones arruinan el dramatismo del momento. Los gemidos y las quejas son buenos. Nunca debe contar nada acerca de ella misma, excepto para hablar de su indescriptible sufrimiento.
Incluye también una adorable mujer con aspecto maternal que tiene una risa contagiosa y que se preocupa por ti. Simplemente llámala “Mama”.
Estos personajes deben revolotear alrededor de tu héroe principal, sirviendo para su lucimiento personal. Tu héroe puede enseñarles, bañarlos, alimentarlos (...) Tu héroe eres tú o alguna guapa y trágica Celebrity internacional, si es un reportaje o un aristócrata que sabe cuidar a los animales si es una ficción.

Entre los que hacen el papel de malo de los occidentales, incluye a los ministros de los gabinetes … a los afrikáner y a los empleados del Banco Mundial. Cuando hables de la explotación de África por los extranjeros, menciona a los comerciantes chinos e indios. Culpa a Occidente por la situación de África pero no seas demasiado específico.

Hablar generalizando es bueno. Evita que los personajes africanos se rían o luchen para educar a sus hijos. O mejor, simplemente evita representarlos en circunstancias mundanas. Los personajes africanos deben ser coloridos, exóticos, más grandes que la vida, pero vacíos por dentro: sin diálogo, sin conflictos o resoluciones en sus historias, sin profundidad o rarezas que confundan la causa.

Describe en detalle los pechos desnudos (jóvenes, viejos, recientemente violados, grandes, pequeños) o genitales mutilados. O cualquier tipo de genitales. Y cadáveres. O, mejor, cadáveres desnudos. Especialmente, cadáveres desnudos pudriéndose.

Recuerda: cualquier trabajo en el que la gente aparezca mugrienta y miserable será alabado como la "África real", y eso es precisamente lo que tú quieres que ponga en la contraportada de tu libro. No sientas malestar por esto: estás intentando ayudarles para conseguir ayuda de Occidente. (...)

Por otra parte, los animales tienen que ser tratados como personajes complejos. Hablan o gruñan mientras levantan fieramente su melena. Tienen nombre, ambiciones y deseos. También tienen valores familiares: mirad como los leones enseñan a sus hijos, los elefantes son muy atentos. Los gorilas también y las leonas, grandes feministas. No tienes que decir nunca nada malo de un elefante o de un gorila. Los elefantes pueden atacar casas, destrozar plantaciones o incluso matar a personas. Tu tienes que estar siempre del lado del elefante…
Todo africano de baja estatura, viviendo en la jungla puede ser fotografiado sonrisa a los labios, a menos que este en conflicto con un elefante, un chimpancé o un gorila, en este caso es un gran diablo… […]

Los lectores no estarán interesados si no mencionas la luz de África. Y los atardeceres. El sol africano es una obligación. Es siempre, grande y rojo…
Cuando escribas sobre la difícil situación de la flora y la fauna, menciona que África está sobrepoblada. En cambio, cuando tu protagonista se encuentre en un desierto o una jungla viviendo con nativos, está permitido mencionar que África ha sido gravemente despoblada por las Guerras y el Sida. Usa mayúsculas.

Termina tu libro siempre citando a Nelson Mandela diciendo algo acerca del arco iris y renacimientos. Porque a ti te importa África...

*Binyavanga WainainaEs redactor jefe del magazineliterario KWANI.Este artículo es una parte del artículo publicado en la revista Granta. http://www.kwani.org/

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lunes, 14 de noviembre de 2011

LA NIÑA NEGRA QUE TENÍA UNA GRAN PREOCUPACIÓN.


Érase una vez, una niña negra que tenía una gran preocupación.
Érase una vez, una pequeña niña negra, que tenía una preocupación enorme.

Era negra  como las noches de lluvia, con unos ojos blancos color algodón y con unos labios marrones acaramelados que le daban un aire infantil y dulce. La niña negra, que siempre se reía dejando ver unos hoyuelos profundos y marcados, hoy estaba triste. No, no estaba triste. Estaba enfada. Sí. Hoy estaba enfadada.

La niña negra vivía feliz, con su padre y con su madre. No le bastó mucho tiempo para darse cuenta de que ella no era igual que los otros niños de su escuela. Y si no se daba cuenta, algunos de los niños más grandes, ya se encargaban de hacérselo saber. Se mofaban de ella y la empujaban por los pasillos de la escuela. Se reían de ella, gritándole: “¡Negra!” como si fuera algo muy malo u algo horrible...

Ella sabía que era negra. Era evidente. Siempre se lo había dicho su mamá y ella siempre lo había visto como algo normal, algo más. Pero muy rápidamente, la niña entendió que ser negra no era nada tan bueno, si era motivo de burla y de ofensa.

La niña negra estaba triste porque siempre se lo pasaba mal en la escuela. La hacían llorar y a veces tenía miedo. Ya desde un tiempo hacía aquí, la cosa había ido en aumento y ahora eran muchos los que se reían de ella.

Y la niña negra se puso a pensar…

Se dio cuenta de que mamá era blanca, blanca como sus amigas de la escuela, a los que nadie molestaba. Entonces eso era bueno. Mamá era blanca, blanca como la nieve, pero papá… Papá era negro, negro como ella. Y rabiosa, la niña negra se dio cuenta de que él era el problema. Si los niños vienen de los padres y tenían cosas de los padres, entonces esa era la ecuación. Ella tenía los ojos de mamá y también los hoyuelos de mamá y la abuela siempre le decía que caminaba igual que mamá. ¡Si! Todo era de mamá. Todo, menos el color. El color de la mofa, el color de la burla era de papa. La culpa era de papa.

Y la niña sentada, esperando a su madre se puso a llorar...
Allí la encontró su progenitora cuando la vino a buscar en la escuela. La niña se hundió más en su tristeza cuando vio a su madre y en un gesto que la caracterizaba y que también era de su madre, se apartó el pelo de la cara antes de tender sus dos brazos hacia ella. A la madre se le paró el corazón cuando vio a su niña llorando. “Otra vez los niños…” pensó. Ya lo había hablado con los maestros. Exasperada, se agachó a su lado y se le compungió el corazón cuando su hija la agarró con un dolor y con una tristeza enorme. La madre se dio cuenta de que había algo más…

-         ¿qué te pasa cariño? le preguntó, asustada.

Y la niña levantó su pena y sus ojos enrojecidos hacía su madre y con toda la inocencia del mundo le respondió:

-         ¿Por qué no me has escogido otro papa?
 
 
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miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL DISGUSTO DE ROGELIA.


Me llamo Rogelia.
Tengo 89 años. Soy una mujer fuerte y entera y no me gustan las simplezas de la vida. Dura infancia, por las crisis económicas y hastiados años de moza por la segunda guerra mundial y la guerra civil española, he crecido en la España más revuelta. Aquellos años eran durísimos. Y, cogida por el temor de las jóvenes de aquellas épocas, me casé, tarde, con el primer hombre que me miró. Mejor malmaridada que sola…

No les diré de dónde nos vino nuestra fortuna, pero mi marido y yo, pasamos de no tener nada, a tenerlo absolutamente todo, de un día para el otro. Y tengo que reconocer que la vida se ve mucho más bonita desde arriba, desde la riqueza material. Me quede viuda muy temprano y tengo un único hijo, que tuve tarde y no es para menos, pero es lo más bonito que me ha pasado en la vida. Un hijo culto, educado, guapo… ¿Quién no querría tener un hijo así?

Y en todos mis años, hoy, mi hijo me ha dado el golpe más duro de mi vida. Hoy, dejando ya atrás un sonado divorcio con una chica que yo misma modelé para él, mi hijo ha vuelto a casa con una mujer negra.
Este ha sido el disgusto más grande de mi vida. Una decepción que me ha tenido varios días yacente, con un mal cuerpo al pensar cómo afrontar la sociedad con esta mancha en nuestra familia, en nuestro honor. Casi me caí cuando la trajo a casa.

No les voy a engañar. Hubiera preferido que se haga cura o que sea homosexual. Antes me aterraba la idea que pudiese ser uno de estos que les gustaban gente de su mismo sexo. Le amenacé. Le dije que le mataría si algún día me daba esta contrariedad. Pero nunca me imaginé que hubiera algo más vergonzoso que tener un hijo homosexual.

Y allí la tengo mirándome y sonriéndome. Parece un mono de estos países que ya, por aversión, jamás había visitado. Y encima se ríe de mí, porque le he preguntado si ellas también tienen aparatos genitales como nosotras las blancas. No para de reír y es algo que me saca de mí. No contesta nada cuando le pregunto si ha venido a llevarse todo el dinero de mi hijo. Mi dinero. Y va lista si se piensa que dejaré que mi hijo se gaste en ella, más de lo mínimo. Yo soy dueña de mi hijo. Hasta ahora había hecho todo lo que yo quería. Y ahora por culpa de esta, tan fea, ya ni le reconozco.

Llevo varios días sin hablarme con mi hijo. No sé si algún día se lo llegaré a perdonar. Yo ya no tengo edad para estos disgustos. Y no entiendo por qué no paran de ir y de volver. Viajes por aquí, cenas por allí… “No te preocupes por el dinero mamá” me dice. Él sabe que yo no le eduqué para ser derrochador. Yo hago kilómetros para tomarme un café en el pueblo de al lado donde la taza de café es unos céntimos, más barata. Y ¿para qué se tiene que sentar en un restaurante para comer cuando va a Barcelona, si puede ir a casa de mi amiga Carmen que vive en esos bajos fondos de Sant Adrián en el Besos? ¡Esto, he hecho yo siempre! Ahorrar antes que vivir. Y así ahorré yo toda mi vida, para que ahora venga un simio antropoide a robárnoslo.
“¿Por qué no te quedaste en este sucio país de donde eres?” le espeté un día. “¿Ahora que ya tienes el blanco rico que querías, ya te has quedado a gusto?” Y la miro, pero ella no se inmuta. “¿Querías esto no? ¿Ahora estás contenta?" Y no me dice nada.

Ahora tendría que ser feliz, pero sólo lo soy a medias. Mi hijo ha tenido una criatura con ella. Y por suerte de Dios, que yo soy muy católica, la niña ha nacido blanca como su padre. Casi no se le nota los rasgos de esta impostora. Esto es lo que me salvó delante de mis amigas, el día que quedamos porque querían conocer a mi nieta. Respiré aliviada porque ninguna de ellas se dio cuenta de que mi nieta era medio negra. Ya hice bien de decirle a la hipócrita, que me esperase en la estación para que me llevara yo a la niña con mis amigas. Me trajo la niña y ya se pensó que podía venir conmigo. ¡Ha! ¡Pues no! Estuvo esperando horas, en el frío de la estación hasta que volví con la criatura. “Suerte que la niña no tiene esta cara tan negra que tienes. Mis amigas no se han dado cuenta de nada” Le dije a la vuelta. No para de hacerme pasar por situaciones bochornosas. A veces, tengo que ingeniarme mil excusas… “Es la chica que me cuida” le tuve que decir a la señora del mercado, un día que la mujer nos vio juntas. No le iba a decir que era la mujer de mi hijo. ¡Válgame Dios que en su sangre reposa mi vida! Y ella, me mira, y no dice nada.

Yo quiero mucho a España y no quiero que venga esta gente en mi país, en este país por el que tanto hemos sufrido. Y peor aún, tener una en casa, que no para de sonreír a pesar de todo lo que le digo para sacarla de quicio. Mira que lo intento soportar, pero no puedo. Y pienso que jamás se lo perdonaré a mi hijo, porque creo que me acortó los días de mi vida. Nunca le perdonaré por esta situación que cada mañana me revuelve las tripas al pensar que alguien de mi entorno, mis amigas, lo puedan saber…. Y por muchos años que pasen me sigue resultando insoportable levantar la vista y ver a esta cara tan sucia en mi casa. Siempre rece para que se separasen y si iba a misa los domingos, estas eran mis plegarias, pero allí está. Mi hijo dice que ella es simple y que no tiene sueños de grandeza, que le costó horrores conquistarla y convercerla de que viniera con él y que ella le quiere de verdad. ¿Qué sabrá está, de amor?

Hoy, me he hecho mis necesidades encima. ¿Qué quieren que les diga? No sé como ha pasado. Y mi nuera con cara grave ha venido a limpiarme. Es ella la que me ducha y me pone los pañales, hasta que encontremos una enfermera. Lo hace y no dice nada. Y también se sienta a mi lado mientras lee un libro, esperando seguramente a ver si vuelvo a hacérmelo encima. No sabía que supiesen leer en esta selva de la que ha venido. Yo no quiero que me toque. Prefiero rebozarme en mis materias fecales u ahogarme en mis excrementos antes de que me tocase ella. Toda la vida luchando para acabar en mano de una negra. E impotente, cagarme encima y sólo tenerla a ella al lado. Y esto es lo que más me molesta. Que me viera en esta situación de debilidad…

Es esto lo que querías no? ¿Eh? ¿Verme así? Qué mala eres con esta carita tan sucia que tienes." le digo cada vez que con un trapo me limpia mis partes.Y de verdad que me saca de mí, que no me diga nada y que se quede mirándome y sonriéndome…

Me llamo Rogelia y el disgusto más grande de mi vida, me lo ha dado mi hijo casándose con una negra. Hubiera preferido que se haga cura o que fuera homosexual. Nunca pensé que pudiese haber algo más horrible que esto…


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jueves, 3 de noviembre de 2011

LOS ACTORES NEGROS.


Dicen que la televisión es el reflejo de la sociedad, un espejo de lo inherente a la gente de un país. La caja tonta como la llaman, nos da los más y los menos de las costumbres y de la cultura de un país, sin olvidar hacer un pequeño repaso por las culturas ajenas. Lo que viene a decir que para conocer la realidad de un país, hay que mirar sus programas televisivos.

La televisión en España muestra muchas cosas, desde la España más profunda y natural, hasta la España más aburguesada y culta. España de reyes y gitanos, España de sardanas y de ferias, España de folklóricas y de vinos… Todo esto es España y todo esto sale por los canales. Pero se mire como se mire, no hay negros en las televisiones españolas.

España es un país de muchas razas. Entonces ¿por qué hay una unificación televisiva en la que sólo se ve a gente blanca? ¿Y los negros? ¿No existen? La realidad es así.

No hay negros en las televisiones españolas.

No hay negros en las series de televisiones, ni en las salas de teatro. No hay periodistas negros. No hay presentadores negros.... No hay casi presencia negra en los medios españoles. ¿Por qué?
¿Actores negros? Pues sí los hay. Yo conozco buenísimos actores negros que estrían encantados de trabajar. Conozco profesionales negros con un arte al dialogar que serían muy buenos comunicadores televisivos. Pero “¡Oh…! Lástima… Son negros”. Para ellos no hay ninguna oportunidad, aunque formen parte de la realidad de aquí, aunque aquí sea su país.

¿Es el público que no quiere, o son las televisiones que no dan el paso? ¿Los negros no interesan o es una diferenciación en el séptimo arte?

En España los negros no son protagonistas de nada. No salen en los medios de comunicación. Y si lo hacen, pues son tienen ninguna relevancia. Y de repente, surcando alguna serie, se ve algún actor negro haciendo de ladrón o de inmigrante ilegal en pateras y de prostitutas. Estos son los papeles reservados a los negros. Papeles intranscendentes, fugaces, estereotipados e insignificativos. Estereotipos ligados al color de piel, en una España que se declara moderna y de mente abierta. Los actores negros sólo hacen de inmigrantes, de malhechores, de bailarinas y de muertos de hambre, hablando dialectos fingidos que los blancos miran con estupor y aplauden porque les subliman, estas connotaciones guturales que hacen las lenguas habladas. ¡Quimeras…! El actor negro no quiere que se le alabe por su dialecto. Sólo quiere que le reconozcan como actor; Sólo quiere poder optar igual que optan los actores blancos a premios y tener igual de oportunidad que cualquier otro, para un papel en una película que no sea únicamente un papel calcado y repetitivo.

El actor, es actor por encima de su color. Es todo un instrumento orgánico dotado de sentido de verdad y de presencia. Hay actores negros muy buenos, igual que actores blancos. La realidad española no es de un solo color. Que lo entiendan ya. Estamos en una época en la que los negros también pueden salir en la televisión e hacer papeles simples o complejos, y no sólo papeles caricaturescos de negros analfabetos.

Si por la calle hay estudiantes negros, ¿por qué no se ve en la televisión?
Si en España hay negros que trabajan en los hospitales, ¿por qué en la series no se ven?
Si hay negros por las calles, ¿por qué no se ven en las películas españolas?

Negros siempre ha habido. Muchos negros en la calle, que miran una televisión que no les representa y que no les da ninguna voz, ni ninguna presencia. Dijeron que si Obama se hacía presidente, que las cosas cambiarían. Dijeron que cuando hayan muchos negros en España, que habría un cambio radical. Obama ya es presidente, y ya hay muchísimos negros en España. Y las cosas no cambian. Los eternos segundarios somos nosotros.

¿Para cuándo un papel de protagonista para un negro en una película de blancos?

Un actor es un actor y no un color.
Una periodista es una periodista, independientemente de su color de piel.
Un presentador de programa de televisión es un presentador que sea negro o blanco.

Esto sólo cambiará el día que se levante un Spike Lee en España. Algún director transgresor que haga una película con negros y blancos o algún director negro que se ancle en transmitir los problemas de la otra población, una realidad de los otros que pueblan esta sociedad. Aquellas bofetadas virtuales que daba Spike y que tocaban los puntos sensibles y peyorativamente evidentes de la sociedad para levantar las barreras de color.

Un Spike Lee español que haga una película de negros, para pantallas blancas. Vana utopía.

¿Hay alguna esperanza para los actores negros en España?
No lo sé. Supongo que ya nadie se deja llevar por la rabia de Spike. Bastante están los directores, ocupados en películas comerciales o recogiendo premios, como para interesarse a actores que están en el olvido sólo por su color. Frustrante carrera de “Actor Negro” que va rodando la ruedecilla del ratón para ver cuando se encuentra en la red, con las palabras mágicas “Se busca actor negro…”

Un desierto actoral remarcable que dan ganas de aplaudir a los pocos directores de cine español, que dan papeles de “blancos” a actores “negros”. Que los hay, pero pocos.

¿Acaso no somos iguales que el resto?
Allí dejo mi pregunta.


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